Los tontos no son los verdaderamente tontos

¿Alguna vez habéis escuchado eso de “ser bueno no significa ser tonto”?
A menudo se asocia la buena voluntad de las personas con ser tontas o siempre se dice que son “buenas de más”. Y quizás no lo son. Quizás son todo lo buenas que tienen que ser o qué quieren serlo. Quizás son felices siendo así y si fuesen menos buenas o hiciesen las cosas de otra forma, serían verdaderamente infelices. Quizás es el resto del planeta el que debería ser más bueno. El que debería dar la mano sin esperar nada a cambio. Ayudar al resto por el simple placer de hacerlo. Pensar en cómo estarían mejor los demás.
¿Sabéis una cosa? La frase “si tú no piensas en ti, nadie lo hará”, tiene sentido precisamente por esto. Esta filosofía de vida que parece ser la correcta. Pensar en uno mismo sin importar el resto. Creer que solo nosotros mismos podemos aportarnos bienestar (es cierto, nada nos hará más felices que nosotros mismos). Sin embargo eso no quita que no podamos disfrutar del resto de personas, ayudarnos los unos a los otros, hacer algo por los demás y pensar en los demás antes de actuar.
Empatizar, vivir y convivir. No se trata de ser tonto, se trata de ser buena persona con las personas que te rodean. Porque si todos somos buenos con nuestro entorno será más fácil moverse en un ambiente de buen rollo. Cuando creemos que alguien es tonto de bueno, es porque se aprovechan de esa persona. Pero si todos actuasemos igual no tendríamos que preocuparnos por eso.
Y a los cuatro aprovechados de turno, se les acabaría el rollo muy rápido, porque entre todos sería más fácil pararles los pies y hacerles entender que aquí o eres bueno como la gente normal o eres tonto (de más).

¡Feliz Sueño Nuevo!

Llevamos toda la vida odiando los lunes, solo porque nos dan la oportunidad de comenzar de nuevo. Hacer lo que nos gusta y convertir la rutina en algo emocionante. Terminamos el año en domingo y a lo grande. Ojalá que 2018 sea sinónimo de comenzar. Tachar de la lista de cosas pendientes, todo lo que nos da miedo. Atreverse, equivocarse y volver a empezar. Ojalá que sea sinónimo de vivir. Y que en el cierre del año solo tengamos miedo de lo grande que se presenta el próximo, porque en este ya hemos dejado el listón muy alto. Ojalá que te comas el mundo y que te quedes con hambre, de más. De mucho más. Que cuando lleguen las dudas tengas consuelo y trampolín. De esos que te empujan para conseguir lo que tanto deseas, y tanto miedo te da. Los mejores tienen forma de amigos, y se convierten en familia. Ojalá que llegue a tu vida gente nueva, que te haga cambiar tu forma de ver las cosas y replantearte todos tus principios. Ojalá que te muestren el mundo desde diferentes esquinitas y que te enriquezcas de empatía. Viajar es invertir. Tant de bo que lo hagas con la mochila vacía. Sobre todo de prejuicios y “no-nunca”. Así podrás traerla llena de amigos, cultura y nuevas enseñanzas. Que el 2018 abra todo lo posible. Barreras y mentes. Y no en ese orden, por supuesto. Ojalá que dejemos de buscar la felicidad y nos demos cuenta de lo cerca que está.
Ojalá 2018. Ojalá…
¡Feliz Sueño Nuevo!